viernes, 11 de abril de 2008

dedicado a maría

Bailaba en la calle

De hecho, la calle era su medio

La danza, la calle, su arte,

y nunca pasaba desapercibida,

pues en la calle nadie bailaba con ella,

la llamaban maría, la bailaora,

aunque era de Alella,

y lo suyo era la danza contemporánea,

aunque claro, aprovechaba ella,

que el ahora siempre cambia,

así que nunca repetía un baile,

como nunca se repetía el día.

María bailaba de un modo sensible,

Tan sensible que lloraba y reía a partes iguales,

Y nunca sin sentido, fundía sus percepciones

En el ritmo, la velocidad, la temperatura.

Con las miradas, los andares, los sonidos,

También el tiempo, la mañana, la noche,

El invierno, la primavera, el verano.

Y nadie diría que no bailase bien,

Tan solo que nadie la entendía,

El estilo es un excusa para no tenerlo,

Decían los entendidos que la veían,

Cualquier ruido susceptible de oírse,

Cualquier contexto visual, social

Era acompasado harmoniosamente

Con sus movimientos, espasmos, vibraciones.

De lo más suave a lo más estrepitoso.

Le daba lo mismo un papel lanzado de la mano de un niño,

Que la carrera de un perro por la hierba del parque,

Bailaba entre palabras, entre suspiros,

Fascinada por las luces de los coches,

Por las risas de los jóvenes,

Y la compasión de los viejos,

Y aunque no salía muchas veces a la calle,

Todos la conocían

Porque cuando salía lo hacía apasionada,

Enamorada de la danza, de su cuerpo,

Y sin embargo,

María, la bailaora,

Era parapléjica

y estaba loca.

sábado, 5 de abril de 2008

dejar de sufrir

Bien vivía,
dormía mis ocho horas cada día,
estaba repitiendo el último curso,
tenía trabajo parcial remunerado
pero no suficiente como para dejar de pedir a mis padres,
en un mes había estado con tres chicas,
todas ellas guapas y atentas a mi talento,
y todas ellas dispuestas a compartirme el suyo,

Bien vivía,
me masturbaba generosamente,
follaba libre del compromiso,
leía 2 libros a la semana,
ninguna novela, prácticamente,
solo fiestas alegres y con buen vino,

Bien, vivía,
tenía buena relación con mis cercanos,
mis amigos en general me querían,
me había integrado bien en la empresa,
uno de mis mejores amigos había olvidado la bronca
que le metí cuando me amenazó crudamente de RENUNCIAR,
incluso salía a correr 35 km a la semana.

Bien, vivía,
algún proyecto me rondaba la cabeza,
ideaba mi propia empresa,
planeaba la maratón de nueva york,
imaginaba nuevas conquistas amorosas,
estudiaba el fin del posmodernismo.

Y sin embargo,
bien veía, que me había equivocado de camino.
ahora tenía que decidir,
y mis noches eran cada vez más abstractas,
ahora que de día no se vivía mal,
en las sabanas uno se siente gacela de sus instintos,
y ruge el león de la maldad cuando me masturbo,
ahora tengo que decidir
y así no puedo seguir
tengo que decidir

dejar de sufrir.

buen hombre!!!

Disculpe!!
(...)
Perdone!!
(...)
Disculpa!!
(...)
(...)
Buen hombre! Me atiende?
(...)

[Camarera delgada] Qué quieres?
[YO]: Un cigarro.
[Camarera delgada dándome un cigarro] Aquí tienes. (...) Creo que no oye bien.
[YO] Lástima, la música es buena.

ese engendro llamado jefa

Juá, llegaba tarde, muy tarde al trabajo,
como un tren de cercanías en día de lluvia,
y sí, tenía que inventar alguna excusa,
y no, todas las había usado ya,
nunca me preparé,
no sabía cuanto tendría que mentir, manipular, excusarme
ante mis superiores, ante la empresa, ante todo el sistema laboral,
y así y todo, volví a acercar el vaso sediento a la boca seca,
y depurándose en mi estómago sentí alejarme de la normalidad,
tampoco quería pensar, claro, pensar claro,
supongo que la disciplina
es una mujer difícil de olvidar.